jueves, enero 25, 2007

No es de Tormes

Creo que hoy he atendido a los vecinos de los suegros de Jonás. A media tarde se me acercan una madre (M) y su hijo (H) preadolescente con su bigotillo típico de esa época.
M: Hola, a ver si nos puedes ayudar...
Yo: Hola, dime.
M: A ver, es que estamos buscando un libro que le han mandado en el colegio y no lo encontramos.
Yo: ¿Cuál?
M: Niño, ¿cómo era?
H: Espera... -saca un papelito del bolsillo- El Lazarillo.
Menos mal que era fácil y sabía dónde estaba, me dirijo a por él con ellos siguiéndome los talones.
Yo: Tomad.
Se lo doy y sigo con lo mío hasta que al medio minuto reconozco de nuevo la voz de la madre.
M: Ay, hija, perdona otra vez pero es que este no es, es solo El Lazarillo y no El Lazarillo de Tormes.
Yo: Es el mismo, se llama así.
M: ¿Seguro?
Yo: Sí, sí.
M: ¿Se puede devolver?
Yo: Sí.
M: Bueno, pues nos lo llevamos y tú -dirigiéndose al hijo- mañana le preguntas a tu profesora por si no es venir por la tarde a cambiarlo.
Una vez que se lo lea, ¿lo tirará como el Pronto?

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